Aquí os dejo un relato breve que he tenido que escribir en unos quince - veinte minutos para una actividad, la cual consistía en contar una misma escena en primera persona por más de un personaje.
Me despertaron sus pasos dirigiéndose
hacia la cocina. Miré el reloj y eran las cuatro. No sabía qué era lo que le
estaba ocurriendo las tres últimas noches, se levantaba siempre como perdida
sin un destino prefijado. Me tenía preocupado, llevaba una semana sin querer
contarme nada de lo que le había pasado aquel día, no entendía su situación.
Aunque en verdad creo que nunca he llegado a comprender su complejo mundo
interior.
Me he vuelto a despertar asustada, con
un pánico atroz, siento mis pies fríos y el cuerpo como si llegara a su fin, no
siento ninguna constante vital, una parte de mí muere cada noche y no sé el
porqué. Me he levantado con cuidado para no despertarlo y he ido a por una
infusión para calmar mi taquicardia. Mis manos no paran de temblar y no soporto
más estos fantasmas que me acechan en la oscuridad. Siento mis pies partiéndose
a cada paso que doy para intentar ordenar todo este caos. Necesito aire, me
ahogo.
Me incorporé en la cama. ¿Qué le pasa?
La siento andar en la cocina y no sé si ir a hablar con ella. Estoy asustado,
escucho su respiración muy fuerte ¿necesitará mi ayuda? Ha abierto la ventana,
quizás sólo pida aire. Voy a intentar volverme a dormir, no soporto oírla
temblar y llorar. Tengo miedo de todo lo que le pasa por su cabeza.
Por fin el viento entra por la
ventana, mi cuerpo lo estaba pidiendo a gritos, aunque me provoque estos
escalofríos al mezclarse con mis lágrimas. Me siento en el filo de la ventana,
quiero más y más aire, quiero alas, quiero volar, quiero llegar a esa libertad
tan anhelada.
¡No!¡No!¡No! ¡No puede ser! ¿Qué ha sido eso? En un instante, la adrenalina
vertida en mi torrente sanguíneo me hace saltar y correr hacia la ventana.
Siento pánico. Me asomo. Lo ha hecho.
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