Hasta que llegaste tú. Me despertaste, aunque no con esos besos de príncipes y princesas que tantas veces nos enseñaron. Abrí los ojos. Miré alrededor y vi que era la hora, había acariciado el sueño, había estado dentro de él, visto sus interioridades. Decidí coger ese mechero y empezar a encender esta ciudad. Así lo hicimos, comenzamos a despertar a la ciudad dormida, aunque muchas veces sin intentarlo del todo, la gente se sentía extraña despertando. No todos despertaron, algunos seguían resistiendo a ver la realidad creo que era mejor así. Poco cambió fuera; sin embargo, fue más lo que cambió dentro de mí.
Tuxi
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