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jueves, 8 de octubre de 2015

El sosiego de los sentidos


A las cinco de la tarde,
mi cuerpo reposa en una toalla
sobre un cálido suelo de azotea.

Veo pájaros sobrevolando la tierra,
abandonando, heroicos, sus nidos,
saboreando la libertad en cada revoloteo.  

Escucho la melodía de un violín,
e imagino unas manos de violinista
acariciando mi pelo de cuerdas.

Su música me eriza la piel,
las notas penetran mis tímpanos
y hacen vibrar mi corazón.

El sol cierra mis párpados,
y navego, navego por mares
llenos de sueños y utopías.

Escucho un canto de sirenas
orquestado por Morfeo,
y me suspendo en el cielo.

Vuelo como ave de paso,
y en calma, me dejo caer,
subo, 
          bajo, 
subo, 
          y caigo.

Me convierto ceniza
y sopla el viento.
Vuelo, pero desciendo.

Son las cinco de la tarde,
y ya no sueño, despierto,
y vivo.

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