Tengo que admitir que lloré como si no hubiera mañana porque
tenía que volver a Granada. Lloré porque para mí la palabra "volver" significaba fracaso, no avanzar; volver otra vez a
la misma ciudad y empezar de cero en un mismo lugar, es algo que ya me había
costado el año anterior y que no quería repetir. Esa ciudad que amé en cierta medida cuando me despedí
de ella por, la que yo pensé que sería, la última vez. La última semana descubrí una Granada escondida que me
enseñó un madrileño y al que yo enseñé aquellos rincones que para mí eran
especiales. Aún así, no quería volver,
esa palabra que me taladraba cada vez que escuchaba Granada.
Sin más, tuve que tragar
mis lágrimas y seguir para adelante
aunque ese seguir no significara avanzar, sino retroceder. Necesitaba aires nuevos o quizás una vida nueva, como
cada vez que he intentado huir a una
nueva ciudad.
Sin embargo, este año mi
concepción de Granada ha cambiado totalmente. Me he adaptado a esta ciudad que
no me acababa de encajar, me he adaptado a la gente, a sus espacios y a sus
tiempos. Quizás la palabra clave sea adaptación
o quizás aceptación: no me quedaba
otra que quedarme en la ciudad, ¿por qué no intentar sacarle algo de provecho
de ella?
¡Y cuánto provecho le he
sacado! Pensaba que sólo había cambiado la forma de mirar esta ciudad cuando
llegué aquí, pero ahora me doy cuenta de que no es eso exactamente. Seguramente
quien ha cambiado he sido yo. Ahora soy capaz
de encontrar en esta ciudad la paz
que nunca hallé aquí. Por eso quizás la palabra clave de verdad sea cambio. Sí, he cambiado gracias a las experiencias vividas en esta ciudad,
ésas que me han hecho crecer como
persona, aprender de la vida, descubrir el camino que se desdibujó
hace tiempo, reencontrarme con el
valor y la fuerza que un día ahogué entre mis vulnerabilidades, aprender a
quererme, sentirme capaz, ...
Porque ahora volver
si va unido a cambio no significa fracaso, sino éxito.
Y ahora, después de
descubrir esta nueva Granada (o esta nueva persona en la que me he convertido) que
tanto odié, no quiero irme de aquí. Y probablemente lloraré, pero por la ida y no por la vuelta como lo hice en un
principio.
Marta Gr.
Carpe diem
Gracias a aquellas personas con las que he compartido tantas experiencias este año.
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