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miércoles, 23 de febrero de 2011

A mi manera

- ¿Y ahora? ¿Qué tienes pensado hacer?
- ¿Yo? Mi vida.
- ¿Tu vida? ¿Y que se supone que has estado haciendo hasta ahora?
- Pues al parecer, creando la vida de los demás, y organizándosela según querían. Pero ya estoy cansada, no voy a permitir que me exijan la organización de otra vida más, ni la de la mía propia.
- ¿Vas a ir sin organización por la vida?
- Sí...
- ¿Sin planes?
- Sí, estoy cansada de planear todo, quiero dejarme llevar como el viento, que me lleve donde quiera, estoy harta.
- ¿No tienes un lugar donde quieres ir?
- Sí lo tengo y sinceramente prefiero que el viento sople a mi favor y vivir a mi manera.

-Carpe diem-

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Realidad?

El otro día llamaron a la puerta y comenzaron a hablar sobre la realidad absoluta o relativa. Mientras conversaban empecé a pensar sobre sus argumentos y sobre lo que yo siempre había pensado. ¿Existe realmente una realidad absoluta? Ante esta pregunta mi respuesta es no, o al menos no la conocemos. Creo que es difícil conocer una realidad absoluta, ya que es imposible dejar a un lado nuestra realidad subjetiva o relativa, porque esa realidad es nuestro espíritu o ser, nuestra “alma”, nuestro “yo” o como se quiera llamar. Aunque encontremos métodos objetivos de medir muchísimas cosas de la vida diaria e, incluso, nuestras emociones es difícil interpretar los resultados de manera objetiva, porque no somos objetivos. Dentro de la “total objetividad” está nuestra subjetividad nuestra manera de ver la realidad, de sentirlas, ¿cómo decir objetivamente lo que es una pintura? Podrías describirlo “objetivamente” diciendo sus colores, las formas o incluso la manera con la que está pintado, pero ¿qué es real de esa pintura? Es decir, tú percibes eso, pero ¿cómo sabes que los demás perciben lo mismo? Es imposible la existencia de una realidad absoluta, todo es relativo incluso nuestra realidad, nuestros sentidos nos engañan constantemente y son ellos los que teóricamente nos da la realidad más fiable, pero son ellos los que sólo nos dan la realidad relativa, nunca la absoluta.
Para acabar esta pequeña reflexión, por llamarlo de alguna manera, quiero acabar con una frase que escuché un día y que me ha quedado marcada: “Existen tantos mundos como cerebros existen”.
-Carpe diem-